Whola Lawrenian@s!!!
Me hace muchísima ilusión hablar de la película Rocketman (dirigida por Dexter Fletcher) porque, a priori, parecía una cinta echa a “rebufo” del
tremendo éxito que tuvo el año pasado Bohemian
Rhapsody, como diciendo: vamos a
aprovechar el tirón que hay ahora mismo con respecto a revivir de manera
nostálgica la música del pop/rock que marcó a toda una generación en los 80 y
de paso contamos algunas luces y sombras que hay detrás del mito. Esto me
daba mucho miedo porque cuando hay mucha demanda de algo, suele pasar que
dejamos a un lado la manera artesanal de hacer las cosas para hacerlas de
manera industrial, de premiar la cantidad sobre la calidad. Pues bien, esto no
pasa en Rocketman, no es una marca
blanca de Bohemian Rhapsody, es la
versión Premium para cinéfil@s que no buscan solamente un entretenimiento en el
que la música y la nostalgia sean los vehículos que nos vendan el producto
final, como para mí fue la película sobre Queen
o, mejor dicho, sobre Freddie Mercury.
Sé que hay mucha gente que dice que ambas películas no se pueden
comparar, que son dos cosas distintas y tienen razón, son productos muy distintos:
Bohemian Rhapsody es un muy buen
entretenimiento que toca la patata gracias a la increíble música de Queen (que sólo eso ya te vende lo que
sea, como por ejemplo Los Inmortales) y Rocketman es una película con
mayúsculas. Quizás por eso no queramos compararlas, porque igual nos damos
cuenta de que hemos sido muy complacientes con la película de Queen, que repito, me parece una buena
película, un buen entretenimiento y lo que hace Rami Malek es increíble porque se convierte en Freddie Mercury, pero que creo que se la ha endiosado por temas
ajenos a lo que la propia película ofrece y me refiero al tema nostalgia y
repertorio de Queen, lo cual creo
que necesita estar respaldado o sustentado por algo más que ofrezca solidez a
la película. En otras palabras, si a Bohemian
Rhapsody la quitas la música de Queen,
por momentos se hace muy cuesta arriba y eso en Rocketman no pasa porque tiene más elementos que sustentan la
película.
Una vez dicho esto, hay que reconocer que Rocketman lo tenía muy difícil por varios motivos:
1º Las comparaciones son odiosas y más
si la película con la que vas a compararla ha sido un éxito brutal en
taquilla, en los Oscars (se llevó 4 estatuillas, nada menos) y encima está
muy reciente (Bohemian Rhapsody). En la comparación Rocketman sale victoriosa.
2º Dar vida en la gran pantalla a un
personaje como Elton John es muy
complicado a nivel de conectar con el espectador, ya que es un personaje
poliédrico al que la gente lo odia o lo ama precisamente por su forma de
ser, su extravagancia, sus excesos, su orientación sexual… Sin embargo,
algo que hace genial Taron Egerton
es no pretender ser Elton John
en ningún momento, no busca imitarlo porque eso hubiera sido un fracaso
absoluto ya que sólo hay un Elton
John. Lo que hace es adoptar la esencia de Elton John para que, a
partir de ahí, construir el personaje desde su talento como actor, sin ser
una copia ni una imitación. Hace el personaje suyo.
3º La música que sale en la película son
versiones, es decir, no es la música original, son las mismas canciones
pero cantadas por los actores, lo que suma un plus de dificultad. A parte,
Rocketman es un musical, algo
que complica mucho más la fórmula pues todos sabemos lo difícil que es
conseguir que un musical no decaiga en ningún momento, siempre hay un par
de números musicales que siempre te gustaría darle al mando para pasarlo
deprisa. Aquí no pasa eso, con cada canción tu cuerpo vibra con la música,
a veces por alegría, a veces por drama, a veces por rabia…
4º Tener a Elton John como productor me ponía los pelos de punta porque,
seamos sinceros, nadie quiere mostrar sus miserias ante todo el mundo, o
al menos, no mostrarlas de manera explícita y honesta como se hace en esta
película en la que vemos sus excesos con las drogas, con el sexo, con el
alcohol, con las compras… Siempre tiendes a dulcificarlo, a quitarle
hierro al asunto como pasaba en Bohemian
Rhapsody en la que chocaba que unas estrellas del rock como eran en su
momento los miembros de Queen,
pues a las 10 de la noche se recogieran a su casa. No me refiero a Freddie, sino al resto de la
banda, que parece que los sábados se metían a las 10 en la cama para el
día siguiente (el domingo) ir a misa… Perdona pero eso no era así y nadie
se lo cree… entre vivir siempre en excesos (el caso de Freddie) y meterse en la cama a
las 10 (lo que nos vendían de Brian
May, Roger Taylor y John Deacon), hay un mundo y ahí
quisieron ser políticamente correctos. Sin embargo, en Rocketman no tienen miedo a mostrar
la vida de Elton John en todas
sus etapas, algunas miserables por culpa de la durísima infancia que tuvo
a consecuencia de sus padres, otras miserables porque el mismo se lo
buscó, otras en las que los excesos casi se lo llevan por delante y otras
en las que su talento y su magia encima del escenario consiguió deslumbrar
al mundo.
5º El tema homosexualidad de Elton John está tratado de manera magistral
y madura, siendo aceptado por el espectador con total normalidad, como
debería de ser de una maldita vez, que tiene bemoles que vivamos en los
tiempos que vivimos y aún haya trogloditas que echen espumarajos por la
boca con este asunto. Como digo, lo trata con absoluta normalidad, incluso
con humor en ciertos momentos en los que la relación de amistad entre Elton y Bernie Taupin (Jamie
Bell), el letrista de las canciones de Elton, tiene que evolucionar y
podría haber fallado estrepitosamente al llevarlo por otros derroteros y
sin embargo aquí abrazan con total normalidad el asunto y sirve de puente
para que su relación de amistad se convierta en una relación de entre hermanos,
demostrando que cuando alguien te quiere de verdad te acepta con todas tus
cosas, demostrando en esa “prueba de fuego” quién es de verdad tu amigo y
quién está a tu lado para regalarte el oído a expensas de lo que pueda
sacar de esa relación (los conocidos como chupópteros).
De todos estos puntos calientes que hacían peligrar esta película, Rocketman sale victoriosa de todos
ellos y consigue que te lo pases magníficamente bien en la sala de cine durante
las dos horas que dura la película, en un viaje por la vida de Reginald Kenneth, un niño que vive en
una casa con sus padres en un ambiente completamente hostil hacia él, en una
familia desestructurada en la que su madre, Sheila Eileen Dwight (Bryce
Dallas Howard) es una persona egoísta que sólo piensa en ella y su padre, Stanley Dwight (Steven Mackintosh), quien desprecia a su hijo y le niega cualquier
muestra de afecto. Tan sólo su abuela le muestra cariño, dándole alas para ser
el mismo y le fomenta a formarse en la Royal Academy of Music de Londres en la
que el pequeño Reginald consigue una
beca para dar clases de piano.
Su talento como pianista crecía a la vez que el propio Reginald se hacía adulto y empezó a
formar parte de bandas como teclista hasta que un día decidió probar suerte por
solitario, convirtiéndose en quien quería ser: Elton John. Desde ese momento su
carrera estuvo ligada para siempre con Bernie
Taupin (Jamie Bell), la persona
que escribía las letras de sus canciones a las que posteriormente Elton (Taron Egerton) ponía música, consiguiendo hacer mega hits que ya
son hoy historia de la música, catapultando su carrera hacia el estrellato y, a
su vez, a los infiernos de su propia persona en una espiral de excesos con la
que intentaba compensar todas las carencias de amor, cariño y felicidad que
siempre había buscado en su familia sin éxito. Todo ese viaje por su vida, por
sus luces y sombras, está magistralmente representado durante toda la película
gracias a la increíble fotografía de la cinta que hace que visualmente sea una
auténtica maravilla y también gracias a la música que no está incorporada en la
película para hacernos vivir nostalgia, sino que están incorporadas como vehículo
para ayudar a que la historia evolucione y represente en todo momento a cada
uno de sus protagonistas y también cómo se sienten anímicamente con respecto a
lo que se representa con imágenes. Es como si la película fuera un coche en el
que lo que vemos por los cristales (la imagen) y lo que oímos por la radio (la
música) están en perfecta comunión para hacer que durante el viaje atravesemos
diferentes escenarios, diferentes lugares, consiguiendo que el espectador disfrute
de cada uno de los paisajes y nunca quiera bajarse de ese coche ya que es un
viaje mágico.
Una de las pocas cosas que no me ha gustado de la película es la manera
en la que en muchos momentos el propio Elton
John decide quitarse toda responsabilidad de lo que le sucede en su vida
para decir algo así como: Soy la
consecuencia de mi entorno, si soy un capullo, vivo en excesos y estoy en el
fango es por vuestra culpa… Esto es algo normal en el ser humano ya que
nunca queremos pensar que nos equivocamos por nuestra culpa, sino que alguien
nos ha empujado a equivocarnos como si fueran otras personas las que tienen las
riendas de nuestra vida y fueran quienes nos van dirigiendo por el viaje de la
vida, tomando las decisiones por nosotros. Evidentemente, cuando eres un niño y
tu vida es una mierda porque tu familia no te quiere, no potencian tu talento
ni te permiten expresarte libremente, entiendo que eres una marioneta de ese
entorno ya que no tienes herramientas, mecanismos, para salir de esa vorágine de
desprecio y hostilidad en la que vives, eres un niño! Pero cuando eres adulto
y, además, una jodida estrella del rock… ¿Realmente no puedes tomar tus propias
decisiones y vivir la vida como tu decidas? Parece que no y cada día que pasa
tomas decisiones que lejos de ayudarte, te hunden más en la miseria y en la
soledad como refugiarte en el alcohol, las drogas, dejarte manejar por
chupópteros como tu amante/representante John
Reid (Richard Madden, que hace
otro papelón), no escuchar a las personas que siempre han estado a tu lado
ayudándote y cuidándote de manera sincera como tu amigo y tu hermano, Bernie Taupin.
Esta es la parte que más me molesta de la película, la falta de
autocrítica del propio Elton John durante todo el relato asumiendo que él es
una consecuencia de la gente que le rodea. En caso de ser cierto, sería una
consecuencia para lo bueno y lo malo, es decir, para acabar en excesos,
intentos de suicidio, sentirse sólo en medio de una multitud pero también para
ser el genio de la música que es. Si das un palo a tu entorno por tener tu lado
oscuro (“es su culpa”) también debes
darles las gracias por llegar a donde has llegado ¿o sólo eres responsable de
lo bueno y lo malo ya es culpa de otro? Eso es muy cobarde. Lo bueno es que al
final, hay una especie de perdón del propio Elton John que reconoce que el
mayor problema que ha tenido es no haberse aceptado a sí mismo, abrazando su
pasado y su presente en una escena maravillosa.
En resumen, Rocketman es
una maravilla de película, que tenéis que verla SI o SI en los cines y que,
aunque a muchos les pese, es mejor que Bohemian
Rhapsody en todos los aspectos y quien no las quiera comparar será porque tenga
miedo al resultado (honestamente lo digo). Y dicho esto, debo confesaros que no
soy seguidor Elton John, lo digo para que no haya nadie que se lleve a engaño y
piense que esta crítica está hecha por un fanboy de este músico ni mucho menos, pero la película es muy buena.
Espero que os haya gustado esta crítica y que me dejéis vuestros
comentarios y sugerencias.
Un abrazo Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito.
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