sábado, 8 de septiembre de 2018

El malvado Zaroff (1932)

Hola Lawrenian@s!

Cuando hablamos de cine clásico antiguo, a todos nos vienen a la mente títulos como Metrópolis, El Acorazado Potemkin, Luces de Ciudad, Casablanca, El Tercer Hombre, Qué Bello es Vivir... Sin embargo, pocas veces se oye hablar de la película que traigo hoy al Cuaderno de Lawrence: El Malvado Zaroff.


La cinta está basada sobre un relato corto ( The Most Dangerous Game) de Richard Connell que narraba la historia de un solitario hombre que vivía en una isla y que, harto de cazar siempre las mismas presas lo cuál no le supone ya ningún reto, comienza a cazar seres humanos. La historia se convierte en un éxito y rápidamente llega un proyecto para llevarla al cine.

En 1932 llegó a los cines esta cinta dirigida por Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack, y pudo adaptar en su plenitud los contenidos del relato gracias a que aún no había entrado en vigor el código Hays (la autocensura en Hollywood, de 1934 a 1968). Sin embargo, sí que afectó esta censura posteriormente ya que la película estuvo olvidada durante décadas e incluso prohibiendo a los productores reestrenarla.

La película tuvo que ser recortada 15 minutos ya que la versión que se proyectó en su momento en los pases de prensa era bastante más escabrosa. Es una pena que no se hayan podido recuperar esos minutos ya que todas las obras deberían poder disfrutarse en su totalidad y que sea el espectador quien decida si sobran o faltan escenas, no un señor en un despacho...

Con apenas 63 minutos de duración, El Malvado Zaroff es una trepidante mezcla de aventuras y terror que no aparenta los 86 años que tiene. La temática del film la convierte en una obra atemporal que en cualquier época es plenamente disfrutable. He tenido la suerte de verla en varias ocasiones, la última de ellas a color, lo cual hace que sea más agradable su visionado (la rejuvenece).


La trama de la película es muy similar a la escrita por Richard Connell: Nuestro protagonista, Bob Rainsford (interpretado por Joel McCrea), es un famoso cazador que viaja junto a unos amigos en un barco, el cual naufraga frente a una Isla que pronto descubriremos que pertenece al Conde Zaroff (Leslie Banks), un aristócrata ruso que vive en soledad junto a sus sirvientes cosacos (que no son precisamente muy habladores).


 

Bob descubre una mansión en la cual conocerá al conde Zaroff y a otros dos invitados que también han sufrido recientemente otro naufragio: los hermanos Eve y Martin Trowbridge (Far Wray y Robert Amstrong). Se ponen todos a charlar delante de la chimenea y Zaroff muestra su simpatía hacia Bob, que al igual que él, es cazador. Martin (el hermano de Eve) se pone cariñoso con el conde porque se le ha ido la mano durante la cena con el licor de hierbas y le pide a Zaroff que toque en el piano El cochecito Leré, en lo que su hermana aprovecha para advertir a Bob de que el conde no es lo que parece, que el resto de supervivientes de su naufragio se fueron hace dos días a cazar gamusinos por orden del conde y que cree que los ha matado. La última vez que les vió fue entrando hacía dos noches en una habitación que el conde cerraba con llave...


Como dato curioso, en 1933 (un año después de estrenarse esta película) se estrenaba King Kong, en la cual no sólo compartían decorado, sino director, equipo técnico, protagonistas (Far Wray y Robert Amstrong) y compositor (Max Steiner).

Entramos en la zona de Spoilers.


Cuando el conde se da cuenta de que sólo Martin le está escuchando tocar el piano, se enfurruña y manda a todo el mundo a la cama menos a Martin, que le quiere tocar una lenta... Una vez todos están acostados, se lleva a Martin a la habitación secreta y no volveremos a saber de él (lo que se agradece porque se estaba poniendo un poco cansino).

A las pocas horas, Eve va a la habitación de Bob a decirle que su hermano aún no ha vuelto a la cama, que la ayude a encontrarlo. Como nos podemos imaginar, lo primero que hacen es ir a la habitación secreta del Conde y resulta que está abierta. Entran y descubren una sala de los horrores, con cabezas humanas metidas en alcohol, aparatos de tortura, vídeos de bodas... todo para hacer sufrir. Es entonces cuando llega el conde con los cosacos y descubren que Martin ha entregado la mochila. Eve recrimina a Zaroff que haya matado a su hermano y este decide enviarla a su habitación a jugar a las casitas.

Una vez se quedan sólos el conde y Bob, le confiesa que tras años cazando todo tipo de bestias, estas no le suponían ya ningún reto y decidió cazar una presa mayor: "el animal mas dificil de cazar es el hombre". Para ello, ha movido las balizas que hay en el mar que marcaban zonas seguras de navegación (que tenían la suficiente profundidad) y las puso frente a las rocas, provocando así los naufragios y haciendo que cada poco tiempo tuviera inquilinos a los que cazar.

El conde se empieza a emocionar pensando que ya tiene un compinche de cacerias y le pide a Bob que juegue con él a lo de cazar seres humanos, que se lo pueden pasar de miedo ellos dos matando náufragos y luego quemando nubes de golosina en la chimenea. Lo que no sabe Zaroff es que a Bob no le gustan las nubes, que es más de pipas Facundo así que rechaza su oferta.


Zaroff se pilla un berrinche de aúpa y decide que si Bob no juega con él, jugará contra él. Le suelta junto a Eve y le promete que si sobrevive hasta el próximo mediodía, les dejará libres. Si no lo consiguen, pues los cosacos cenarán Bob al pil pil. Les entrega un machete, les da dos besos a cada uno y empieza la cacería.


Bob, que había visto un capítulo de El Último Superviviente (para los que fueron a Openning: The last Survivor), se lió la manta a la cabeza y se puso en modo bricomanía a construir una trampa por aquí, otra trampa por allá... Zaroff, al descubrir la primera trampa, puso una mirada muy golosa al ver que por fin tenía un rival a la altura.

El conde, que iba armado con un arco, se da cuenta que Bob es muy cuco y para cazarle necesitará algo mejor: un rifle de francotirador.


Bob se da cuenta de que si quieren sobrevivir deben huir de la selva y adentrarse en el pantano, para lo cual deberán cruzar por un tronco que une las dos orillas. Esta escena me recordó a la mítica escena de Depredador en la que también cruzan un tronco (no sé si se inspirarían para esta escena en El malvado Zaroff).



La cacería se hace aún más trepidante cuando los perretes de caza del conde entran en escena, provocando que Bob y Eve tengan que subir a un árbol para evitar ser cazados. Consiguen huir hasta una cascada pero los perros atacan a Bob, a lo que Zaroff aprovecha para dispararle y matarle, cayendo Bob a la cascada de agua.


Al saber que ha ganado la cacería, el conde vuelve a casa con Eve y para celebrarlo, se pone una hierba Luisa mientras toca el piano.

No ha dado tiempo a que se enfríe el té cuando aparece Bob en la mansión, reclamando victoria. Empieza en este momento una pelea un tanto cómica entre Zaroff, Bob y uno de los cosacos. No sé a vosotros pero a mí me ha recordado a cuando se pegaban Chico y Harpo Marx en sus películas, en plan: No me´, no me´.. que te´, que te´...


Al final Bob se libra del cosaco y clava una flecha en la espalda de Zaroff. Huye con Eve en una lancha que escondía el conde y, mientras huyen, Zaroff recobra el aliento y cuando parece que les va a matar disparándoles una flecha, sucumbe y cae muerto sobre los perros de caza (deducimos que se lo van a merendar porque tenían el cuenco de pienso vacío). 


Como habréis visto, pasan muchas cosas para durar tan solo 63 minutos pero el buen ritmo de la película hace que no hagan falta sobre explicaciones para entender perfectamente toda la historia.

Para terminar, quiero compartir con vosotros una de las conversaciones más interesantes que tienen lugar en el film entre nuestro protagonista (Bob) y un amigo suyo al inicio de la trama, antes de que se hundiera el barco:

Pensaba en lo inconsecuente que es la civilización. Al animal de la jungla que mata para sobrevivir se le llama salvaje. Al hombre, que mata por deporte, se le llama civilizado. Es una gran contradicción, ¿no crees?
No. Espera un momento. ¿Qué te hace pensar que no es el mismo deporte para el animal que para el hombre? Este de ahí, por ejemplo. No hubo un segundo en que no pudiera escapar, pero no quiso. Le interesaba cazarme. Ni me odiaba por acecharle ni yo a él por intentar darme caza. Es más, nos admirábamos mutuamente.
Es posible, pero, ¿cambiarías tu puesto por el del tigre?
Pues… ahora no.


Un abrazo Lawrenian@s!

1 comentario:

  1. Te dije que vería la pelicula y la termino de ver, muy buna sipnosis tu post, se hacen cortisima, me ha gustado.
    No existe arma más letal qué el ser humano!! Un abrazo!

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