Whola Lawrenian@s!!!
Hoy hablamos de una película que podéis encontrar en la plataforma Netflix, estrenada este 2019 y que no
ha sido muy bien recibida por la mayor parte del público que la ha tachado de aburrida, lenta, excesivamente minimalista y
soporífera. Creo que estas “etiquetas” que se han puesto a esta cinta son excesivamente
duras pero, siendo sincero con vosotros, es cierto que hay mucha verdad detrás
de ellas pero con matices, como ahora veremos.
IO ha sido dirigida por Jonathan Helpbert, un director sin mucho recorrido, quien construye
una película post-apocalíptica en la que la Tierra, por culpa de la
contaminación, ha llegado a un punto que como mecanismo de defensa ha generado
una toxina que provoca la muerte de quienes la respiran, haciendo que los
líderes mundiales se aúnen en una misión para salvaguardar la raza humana, un
éxodo masivo en el que miles de naves cargadas de seres humanos huyan de la Tierra para tratar
de sobrevivir en la “Luna de Júpiter”, IO.
Nadie queda en la Tierra salvo Sam (Margaret Qualley), una joven científica
y el doctor Henry Walden (Danny Huston), quien es defensor de que
la vida en la tierra sigue siendo posible, negándose a huir en ese éxodo para seguir
trabajando en sus experimentos para dar con la vacuna que haga que los seres
humanos sean inmunes a la famosa toxina. Tranquilidad, no hay ningún spoiler,
lo prometo!
Esta es la premisa inicial y junto con el tráiler, la película
prometía bastante por lo interesante que siempre resulta este tipo de
propuestas apocalípticas y porque, además, visualmente siempre es atractivo ver
cómo sería la Tierra tras un éxodo masivo en el que tú seas la única persona
viva que queda sobre el planeta, ¿qué es
lo primero que harías? ¿Cómo sobrevivirías? ¿Cómo llevarías la soledad? Todas estas preguntas dan muchísimo juego y,
cuando piensas en ello siempre imaginas que te lo vas a pasar como un crío
entrando en cualquier sitio que te apetezca, haciendo el ganso, conduciendo
coches de lujo por las calles, “robando” todo lo que te apetezca pues son cosas
que ya no tienen dueño, entrando en sitios que antes parecían “prohibidos”, etc…
Si hay mutantes tendríamos algo así como Soy
Leyenda, una película que es una joya. Si es con zombis y en plan gamberro “Ya que es el fin del mundo, ponme
Rock&Roll”, pues tenemos Zombieland…
Pero en este caso no hay nada de eso, es una persona en un planeta abandonado
en el espacio al más puro estilo Naufrago,
otra película que se llevó muchos palos porque “era una película de dos horas y media con Tom Hanks en una isla desierta hablando con un balón…”.
Vamos a ver, seamos coherentes, se llamaba Naufrago,
¿qué esperaban? Y en cierta manera, y salvando las distancias, IO es una película parecida a Náufrago en su propuesta pero bastante
inferior aunque es comprensible. Para explicarlo, necesito dar un pequeño
rodeo, prometo que seré breve.
En Náufrago, Tom Hanks interpreta a Chuck Noland, un ejecutivo de FedEx que
en un vuelo de trabajo su avión atraviesa una fuerte tormenta, teniendo que
desviarse de su ruta para, finalmente, acabar hundiéndose en el mar, siendo Chuck arrastrado por la corriente hasta
una isla desierta, perdido en medio de la nada. Ese personaje, el de Chuck Noland, era un hombre que venía
de la civilización, de tener una vida muy acomodada y sabía que más allá del
límite del océano que había frente a esa isla desierta, estaba su vida, su
mundo y su familia. Eso, le daba esperanzas al principio para luchar por salir
de esa isla hasta que fue pasando el tiempo y sus esfuerzos para ser rescatado fueron
evolucionando a esfuerzos para sobrevivir en esa isla, siendo consciente de la
realidad en la que vivía.
Para mí, en IO tenemos la
situación contrapuesta a Náufrago,
pues Sam (Margaret Qualley) vive en la civilización, vive en ese lugar al que
Chuck Noland llamaría hogar pero
donde ya no queda nadie y las personas que han huido son para mí los verdaderos
náufragos, vagando por el espacio en busca de ese nuevo hogar en el que continuar
con su existencia. El problema es que Sam
es una persona sobria, melancólica, que disfruta con pasajes de la mitología griega
hasta que termina por creerse que ella misma es un ser superior con una misión
que sólo ella es capaz de llevar a cabo: conseguir que la Tierra vuelva a ser
habitable. El gran problema, en resumidas cuentas, es que Sam aprieta demasiado el culo y se pone excesivamente profunda (que
no intensa, porque no exterioriza demasiadas emociones salvo en contadas
escenas) sin que disfrute de nada de lo que queda en la Tierra, es decir, el
espectador, mientras ve la película, tiene la sensación de no saber por qué Sam
quiere salvar la Tierra porque no parece que disfrute de nada que queda en
ella, ni tampoco parece que quiera recuperar nada ni que tenga apego a nada.
Salvando muuuuucho las distancias, creo que David (Michael Fassbender)
en Prometheus trasmite más emociones
(incluso en Alien Covenant, que
veíamos que era más sobrio pues llevaba tiempo viviendo sólo) que esta mujer, y
no creo que sea culpa de la actriz, de Margaret
Qualley, creo que es culpa del guión y del director que han querido dar
demasiada sobriedad a la cinta pensando, erróneamente, que eso la iba a hacer
más realista o interesante la propuesta final y han conseguido justo lo
contrario, que el espectador diga: “venga
niña, sonríe un poco, haz aunque sea un caballito con el quad, yo que sé…”.
Por ejemplo, en Soy leyenda
que es una peli que no tiene nada que
ver con IO pero para que entendáis a
lo que me refiero, veíamos a Robert
Neville (Will Smith) como el
personaje estaba totalmente hundido por lo que había ocurrido (el fin del mundo
y la pérdida de su familia) pero seguía buscando una cura y, dentro de esa
tristeza y rabia que sentía el personaje había tiempo para seguir con la vida,
jugar al golf, hacer ejercicio, conducir un buen coche, emocionarse cuando
escuchaba a Bob Marley… Eso aquí no
lo vemos ni siquiera cuando aparece en el cielo esa cápsula flotando en el aire
gracias a un globo de helio en el que llega el personaje de Micah (Anthony Mackie), que al menos tiene un poco más de sangre, es más
humano, más emocional sin que eso le haga ser un ser irracional, no sé si me
explico.
Sam es una mujer como un robot, un ser
perfectamente racional sin que las emociones afecten a su juicio, haciéndola un
personaje frío para el espectador que es incapaz de empatizar con ella mientras
que su compañero, Micah, consigue
ser racional y seguir siendo humano, luchando por sobrevivir como se demostrará
en una escena en la que confiesa a Sam
cómo perdió a su mujer y por qué ha venido en busca del doctor Walden, convirtiéndose desde su llegada
en el personaje (el de Micah) que
trate de sacar a Sam de esa rutina en
la que poco a poco se va a ir consumiendo hasta que finalmente su vida se
apague cuando el aire sea completamente irrespirable (en este sentido, veremos
que los mecheros son de vital importancia para determinar la calidad del aire).
Es Micah quien entra en escena para “agarrar”
del pecho a Sam y tratar de sacarla
de esa “isla desierta” en la que ella misma se ha confinado esperando concluir
con éxito el proyecto del doctor Walden,
aunque en sus adentros sabe que es una misión fracasada, motivo por el que
esconde el verdadero paradero del doctor Walden
ante su novio y ante Micah.
Por todo ello, IO es una
película sobria, con ritmo muy lento, sin que haya grandes emociones, sin
escenas de acción pero que, por otro lado, es otra visión a cómo afrontar la
vida en “solitario” un mundo post-apocalíptico en el que ya no parece haber
lugar para la esperanza. A mi modo de ver, IO
tiene un 6 de puntuación porque, a pesar de todo lo dicho anteriormente, me
parece que su propuesta es muy interesante, me resulta muy atractiva
visualmente pues esa sobriedad (del planeta, de los escenarios, no de los
personajes) encaja muy bien en esta situación de un mundo post-apocalíptico.
También me ha gustado mucho el personaje de Micah (Anthony Mackie) que
me demuestra una vez más que hay vida después de Vengadores, como me paso con Jeremy
Renner en Wind River.
Lo dicho, película de 96 minutos que es interesante, que tenía muchas
posibilidades pero han querido ponerse muy profundos, apretar demasiado el culo
y al final acaban consiguiendo que de tanto apretar, el espectador quede con agujetas
y cansado. Una pena y sobre todo el final que me parece super cruel e
irresponsable al anteponer los deseos personales y el ego (por querer demostrar
que tenías razón) de Sam a costa del “cruel” destino que eso deparará para cierto
personaje, haciendo que el espectador diga… ¿pero para qué has hecho eso? ¿cómo
pretendes darle “continuidad” en el tiempo a ese personaje?
Espero que os haya gustado esta crítica y que me dejéis vuestros
comentarios y sugerencias.
Un abrazo Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito.
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