jueves, 26 de diciembre de 2019

Star Wars: El ascenso de Skywalker (Episodio IX)

Whola Lawrenian@s!

Por fin ha llegado a los cines la película que tiene como objetivo cerrar la trilogía que en 2015 empezó J.J. Abrams con la película Star Wars: El despertar de la Fuerza (Episodio VII)y en la que nos contaba el estado en el que se encontraba la Galaxia 30 años después de la victoria de la Alianza Rebelde que se narraba en la mítica película de George Lucas, Episodio VI: El retorno del Jedi.


Lo cierto es que esta trilogía ha conseguido dividir tanto a la crítica como a los fans de la saga y a cualquier cinéfil@, que la aman o la detestan, sin término medio o, una cosa que está muy de moda últimamente, sin ser equidistantes.

Antes de empezar a analizar esta película, Star Wars: El ascenso de Skywalker, quiero poner las cartas sobre la mesa para que veáis que voy de frente: No soy fan de Star Wars. Nací en el año 1987 por lo que no viví el fenómeno Star Wars, me pilló tarde, por lo que las ví en su momento, me gustaron pero nada más, no las considero obras maestras ni me marcaron de ninguna manera, reconozco su calidad cinematográfica, pero lo que para muchos amantes del cine supuso Star Wars, para mi fue Acorralado, Depredator, Robocop, Rocky 3 o Parque Jurásico. Son géneros completamente diferentes, lo sé, pero no me refiero a eso sino a que entiendo lo que es nacer en una época y tener tus películas referenciales, películas que te marcaron y que para ti son intocables: ves sus fallos pero QUE NADIE ME TOQUE PARQUE JURÁSICO!!!!!


Dicho lo anterior, entiendo perfectamente el fandom que hay con esta saga y, por supuesto, mi máximo respeto por los amantes de Star Wars, muchos de los cuales aseguran haber visto en este Episodio IX: El ascenso de Skywalker una gran película y un magnífico cierre de la trilogía. Personalmente, discrepo totalmente con ellos, pero entiendo lo que dicen y es que Star Wars está por encima de un simple análisis cinéfilo, juega en otra liga en la que, además del análisis crítico de la cinta, también entran en juego la nostalgia, el cariño por una saga que les ha acompañado durante toda su vida, el rencontrase con personajes que les han marcado en un determinado momento... Con esto no quiero decir que por ser una película perteneciente a la saga de Star Wars tengamos que someternos a cualquier cosa que nos propongan en la pantalla y perdonarles absolutamente todo pero es comprensible que en este tipo de productos entren en juego variables que se escapan a estándares más objetivos y críticos.

 

En esta última entrega, vuelve a tomar las riendas J.J. Abrams (Perdidos, Star Trek, Super 8) después del desastre que para muchas personas fue el Episodio VIII: Los últimos Jedi (dirigida por Rian Johnson). Esta vez, Disney quiere demostrar que ha entendido el feedback recibido por el público y la crítica en la cinta anterior y, para ello, a vuelto a contar con Abrams para volver a poner el tren sobre los raíles en este cierre de la trilogía en el que los cada vez más arrinconados miembros de la Resistencia deberán enfrentarse a la Primera Orden para evitar el resurgimiento de Sith.


La película está rodada con maestría por Abrams (quien que para muchos es el sucesor de Steven Spielberg), que ya ha demostrado su enorme talento con otra saga que parecía muerta y que la ha revitalizado en todos los aspectos: Star Trek. Abrams siempre se ha declarado un auténtico amante de Star Wars y en todo lo referente a la dirección de la película, no hay nada que objetar al respecto porque se nota en todo momento que hay un artesano detrás de la película que ha sabido aprovechar cada plano para hacer que la cinta nunca decaiga, con escenas trepidantes, un ritmo apabullante y unos efectos visuales a la altura de factura de esta entrega (unos 275 millones de dólares). Hombre, igual metiendo naves... se han pasado... "¿de dónde sacan acero para tanto barco?", como se suele decir...


El ritmo es apabullante, es cierto, y eso consigue que durante los 141 minutos que dura la cinta, el espectador nunca se aburra porque siempre están pasando cosas, no te da descanso. Se podría decir que la velocidad de la película es trepidante, como un coche de carreras dentro de un circuíto en el que sólo debes preocuparte por acabar el primero y no morir en el intento pero... ¿cuál es el problema? Que han cogido ese coche, lo han sacado de la pista y lo han soltado en medio de una autovía y le han dejado correr a 200 km/h, provocando que sólo tengas ojos para mirar hacia adelante y evitar estamparte con el coche de delante. No has disfrutado del paisaje, no has parado a tomar un café en medio del camino, no has sociabilizado con el resto de ocupantes... Pero el coche funcionaba de maravilla. En resumidas cuentas, has llegado a tu destino y has tocado pared para decir que has llegado... ¿qué ha pasado mientras? Ni lo sé ni me importa porque no he tenido tiempo de mirar para otro lado a ver qué pasaba a mi alrededor. No hay pausa para que el espectador empatice con los personajes, que se meta en la historia, que se pueda sentir miembro de esa Resistencia...


Mi otro gran fallo de la película es el guión, pero no por que haya muchos Deus ex machina, seamos honestos, eso ha pasado hasta en la primera trilogía y se lo perdonamos porque alrededor de esos "conejos de la chistera" para salvar una situación que parecía sin salida, habia todo un entramado de cosas que nos encantaban (historia interesante, personajes carismáticos, personajes bien construidos...) y hacía que nos olvidáramos de esos pequeños detalles. No, no es por eso, sino porque los personajes están mal construidos desde el inicio, desde el Episodio VII: El Despertar de la Fuerza, y no es porque los actores sean malos, al contrario, tenemos un elenco increible, incluso mejor que el original (a nivel actoral) pero en el cine no todo es ser buen actor, también es importante gustarle a la cámara o lo que se conoce como tener carisma. Mark Hamill, Carrie Fisher o Harrison Ford no son grandísimos actores, son correctos actores pero cada vez que salen, llenan la pantalla por el carisma que tiene, por cómo saben resolver una escena concreta sólo con un gesto, una mirada... con elegancia, con sutileza (recordemos el famoso: "Te quiero", "Lo sé").


Daisy Ridley (Rey), Adam Driver (Ben Solo, Kylo Ren), Oscar Isaac (Poe Dameron) o John Boyega (Finn) son muy buenos actores por lo que el problema no es que no sepan desenvolverse ni mucho menos, pero no tienen un guión lo suficientemente sólido al que agarrarse, provocando que todas las emociones que deberían trasmitir con sutileza, las expresan exagerando los gestos: Finn todo el rato con cara de susto, Kylo Ren todo el rato inexpresivo para tratar de expresar que se encuentra perdido entre el lado oscuro y la luz, Poe Dameron pretende ser el sucesor de Han Solo pero se queda en chulo de instituto con el cuello para arriba y, como no, Rey que siempre está super enfadada y para demostrarlo aprieta mucho los dientes y la mirada... Están muy exagerados y eso hace muy dificil empatizar con ellos. Te da igual si viven o mueren porque nunca llegan a importarte porque no se han ganado al espectador, no te han tocado en ningún momento como personaje y mira que ya llevan tres películas pero nada oye.... Incluso consiguen que los actores de las películas originales (Mark Hamill, Carrie Fisher o Harrison Ford) te den exactamente igual porque tampoco están bien construidos, están para cobrar el cheque que seguramente sea jugoso y hay que pagar la hipoteca, lo entiendo pero es que no aportan nada. Y no hablemos de personajes que aparecen, parece que van a tener su importancia y... desaparecen, sin tener ningún peso en la trama ni tener ningún arco dramático.


Mucho más flagrante es el caso de Carrie Fisher que había muerto antes del rodaje y han aprovechado escenas eliminadas de las dos peliculas anteriores pero claro, esto tiene sus limitaciones y provoca sus apariciones están  metidas con calzador, con frases cortas sin mucho sentido... No sé vosotr@s pero a mí, las frases que decía Leia me parecían frases tontas de las galletitas de la suerte: "Nunca subestimes a un droide", "No es más listo el que más dice, sino el que más calla", "el agua derramada es difícil de recuperar" "dos palabras que te abrirán todas las puertas: Tira y Empuja"...


El ir corriendo constantemente provoca también que cierren tramas de manera abrupta, precipitada... No hablo de Deus ex machina, hablo de: "Claro que si, guapi". Creo que se han equivocado y han dicho: bueno, tenemos el Halcón Milenario, tenemos a los protas de la trilogía original, tenemos una historia que sucede en el espacio y un tío con casco... así que ya tenemos Star Wars, vamos a hacer un refrito de la trilogía original pero con un lavado de cara para poder seguir vendiendo lo mismo que hace casi 50 años y si alguien dice que es un refrito lo negaremos y diremos que es un homenaje... Y ya que entramos en el territorio homenajes... Me parecen bien los momentos homenaje/nostálgicos siempre y cuando se hagan con sutileza, es decir, si haces un "Chewe, ya estamos en casa" o ves a un maestro jedi sacando una nave del agua con una sonrisa pícara... Pero si lo que haces es repetir plano por plano de manera evidente lo sucedido en otra película, no es un homenaje, es plagio, es carecer de ideas para hacer tu propia película y quieres aprovecharte de trabajo de otros, como cierto desenlace que recuerda excesivamente al desenlace del Episodio VI. Lo dicho, homenaje si, calcamonias de mala calidad, no.


Y el momento besito... madre mía. O los continuos duelos entre Rey y Kylo Ren que me recuerda a Padre de Familia, cuando  Peter se encontraba con el pollo y se liaban a tortas...

El tercer acto de la película me gustó, sobre todo lo que tiene lugar en una especie de cueva sombría. Para mí, ahí estaba la película, ese era el tono que tenían que haberle dado. Otra cosa sorprendente es que en toda la película no hay momentos épicos como cabría esperar en este cierre de la trilogía. Cuidado, no confundir épica con espectáculo. Hay muchas naves y mucha acción, pero eso no es épico, per se, que últimamente confundimos mucho esto.

La música es de John Williams, quien hace un cameo en la cinta. Es puro Star Wars, para bien y para mal, es decir, para bien porque es la música de toda la vida, la que nos hace vibrar y nos encanta pero para mal porque podrían arriesgarse y hacer algo nuevo. Hay melodías que cambian porque Williams en Star Wars tiene temas concretos para los personajes, música que suena cuando estos personajes aparecen en pantalla y que ayudan al espectador a entrar en la película. Quizás toda la parte de los Sith sea la que más me guste musicalmente hablando.


En resumen, Star Wars: El ascenso de Skywalker (Episodio IX) es una película que tenéis que ver en cines porque los efectos visuales lo merecen, es muy entretenida y no te da tiempo a aburrirte, las casi dos horas y media que dura se te pasan en un suspiro y, siendo honesto, tanto al empezar como al terminar la película, casi toda la sala aplaudía y, como decía mi amigo con el que fui a verla al cine: "Eso muy pocas películas lo consiguen". Y en eso le doy toda la razón, por eso decía que Star Wars juega en otra liga, porque sólo con los créditos iniciales y esa fanfarria de Williams consigue que el público aplauda, predispuesto a disfrutar de una nueva entrega de esta aventura.


Sin embargo, carece de un guión bien construido que provoca el espectador no empatice con los personajes, no entre en la trama y le de igual que vivan o mueran, sólo disfruta del espectáculo. Ese es el gran defecto, que podría ser algo grande como por ejemplo fue Rogue One (atrevida, madura, oscura, con personajes bien construidos...) y se han conformado con hacer un gran espectáculo visual.


Espero que os haya gustado esta crítica.

Un abrazo Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito

Posdata: ¿qué ha pasado con los personajes de Benicio del Toro y Gwendoline Christie de la película anterior (Episodio VIII; Los últimos Jedi)? ¿Creéis que están muertos o de parranda? Ahí lo dejo Lawrenian@s...

domingo, 13 de octubre de 2019

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana… Los VideoClubs

Whola Lawrenian@s!!!



Permitidme que me tome la licencia de usar esta frase de Star Wars para empezar de manera divertida este artículo que tiene como objetivo poner en valor una forma de distribuir películas que en su época fue una auténtica revolución y, sobre todo, una forma asequible de que el público visionara películas que no habían podido ver en el cine o títulos que salían directamente para el mercado doméstico o por el placer de revisionarlas en un momento en el que no existía internet ni streaming.


Estos locales, los videoclubs, eran un autentico paraíso para los amantes del cine y, a día de hoy, los pocos que quedan en nuestro país, tratan de sobrevivir a duras penas en un momento en el que internet lo devora absolutamente todo. Os invito a acompañarme en este viaje que recorrerá los orígenes de los videoclubs, sus mejores momentos y su declive.


Antes de nada, necesito que cerréis los ojos y mentalmente os imaginéis a vosotros mismos viviendo en un mundo sin streaming, sin móviles, sin internet, sin películas en formato doméstico y sin reproductores de video. Muchos pensarán que este sería un mundo primitivo pero de esto hace apenas 43 años y en ese momento las películas sólo se podían ver en los cines o en la televisión. En España por aquel entonces sólo existían dos canales: La 1 y La 2.


En 1976 la empresa JVC desarrolló el sistema VHS cuyos reproductores tenían un precio que rondaban los 1000 dólares de la época, lo que hacía que sólo las personas con un alto nivel adquisitivo pudieran tener uno en casa. El precio de las películas VHS tampoco se quedaba atrás, 50 dólares costaba cada una.


Así es como un californiano llamado George Adkinson se dio cuenta en 1977 de que el excesivo precio de las cintas reducía drásticamente su mercado. A día de hoy está totalmente normalizado el comprar películas pero en aquella época, Adkinson pensó que nadie compraría una película para “ver una y otra vez a Burt Reynolds”, algo que sí pasaba con los discos de música que se escuchaban varias veces. Decidió entonces montar un negocio en el que compró 50 películas de Fox para luego alquilarlas, lo que les permitía amortizar el precio de las cintas aumentando el número de clientes potenciales. Es decir, si una cinta cuesta 50 dólares y se la vendo a una persona, ganas menos dinero que si la alquilo por 5 dólares a 50 personas, obteniendo 250 dólares… y la cinta sigue siendo de tu propiedad para seguir alquilándola.


De esta manera nació el primer videoclub de la historia, el cual se llamó Video Station y fue un rotundo éxito logrando tener más de 600 franquicias en EE.UU.



Como siempre pasa, lo que ocurre al otro lado del charco tarda en llegar a España y no fue hasta tres años después (1980) cuando llegó el primer videoclub a nuestro país en un momento en el que aún pocas familias tenían reproductor VHS en sus casas. Ya en la década de los 90 era habitual que en la mayoría de casas hubiera un video por lo que empezó en este momento el boom de los videoclubs.

En aquella época, alquilar una película era, para un joven, una de sus primeras responsabilidades ya que tenía que hacerse socio del videoclub y, para ello, debía ir con su DNI y llevar un recibo de luz, gas, agua… para que el dueño del establecimiento pudiera verificar que eras de fiar pues si no devolvías a tiempo alguna película, aquello conllevaría una multa que podía llegar a hacerte bastante daño en el bolsillo. No hablemos ya si no devolvías la cinta o estaba en mal estado, lo que provocaba que el videoclub no pudiera seguir alquilándola.


Firmado ese “contrato” con el videoclub (que en muchos casos iba acompañado del pago en una cuota de socio), te hacían entrega de un carné plastificado que te daba acceso al inmenso catálogo de películas que iban desde estrenos recientes que ya no estaban en cartelera a películas de serie B o incluso te daba acceso a la zona para adultos que solía estar en una zona apartada con una cortinilla y que, por supuesto, nadie entraba a curiosear, guiño, guiño.


Y claro, en este momento en el que los videoclubs empiezan a hacer sombra a los cines, es cuando llega Blockbuster, la multinacional americana de videoclubs más grande del mundo, fundada en Texas en 1985 y que en 1992 llegó a España, abriendo cientos de tiendas en pocos meses por todo el país y consiguiendo los mejores y más grandes locales, los cuales podían medir varios cientos de m2 y estaban repletos de títulos con los mejores estrenos.


Mientras tenía lugar esta lucha de gigantes dentro del sector, los tiempos cambiaban y el formato VHS daba paso al DVD y, a su vez, el alquiler de películas recogía también otras fuentes de ingresos como era el alquiler de videojuegos (Super Nintendo, Megadrive, Nintendo 64 o PlayStation) e incluso las propias videoconsolas (esto ya era menos habitual fuera de Madrid o Barcelona). Y claro, ¿qué hacías mientras veías las películas que habías alquilado? Pues comer palomitas, snacks, bebías algún refresco… y así fue como también empezaron a vender este tipo de productos. Es por esto que muchas familias e incluso parejas o amigos se iban el fin de semana al videoclub y salían con entretenimiento para el fin de semana, siendo un planazo para mucha gente.


Era tal el arraigo que estos establecimientos tenían en nuestro país que ni siquiera la llegada de nuevos canales de televisión a finales de los 90 (como Antena 3 o Telecinco) ni tampoco Canal+, que al ser una canal de pago ofrecía mayores posibilidades de entretenimiento con estrenos potentes, pudieron parar el éxito de los videoclubs aunque no quedaba demasiado tiempo para que las piezas de dominó empezasen a estar en fila…

Y así llegamos al año 2000, un año en el que la mayoría de familias ya empezaban a tener ordenadores en casa con grabadora de CDs y DVDs, provocando que las copias piratas llenasen las calles de las ciudades españolas en lo que tristemente se conoció como el “Top Manta”. Esto afectó tanto a la música como a las películas, las cuales tenían una calidad pésima pero que, poco a poco, fue mejorando con los años ganando cada vez más público, el cual aceptaba la baja calidad del producto a cambio de ahorrarse unos euros en comparación con el precio de una entrada de cine.


Siempre se ha hablado de “la pillería de los españoles” y cuando llegó internet a nuestros hogares con las famosas tarifas planas que permitían descargar megas ilimitados a una velocidad bastante decente para la época, rápidamente surgieron programas de descarga de todo tipo de contenidos conocidos como P2P. Algunos como Kazaa, Emule, eDonkey o Ares, son de sobra conocidos por todos nosotros, los cuales ponían al alcance de la mano millones de contenidos gratuitos, muchas veces de pésima calidad, pero que provocaron que mucha gente se preguntase: ¿Para qué voy a vestirme, bajar a la calle, ir al videoclub y pagar para alquilar una película si dando a una tecla me descargo esa misma película desde mi habitación de manera gratuita sin que me cueste ningún esfuerzo?


Contra esa competencia luchaban los videoclubs y aguantaron la primera embestida pero las fichas de dominó ya estaban puestas en fila, eran los videoclubs y la primera ficha ya empezaba a tambalearse…

Fue con la mejora de la velocidad de internet y con la llegada de BitTorrent y Megaupload que esa primera ficha de dominó terminó cayendo, provocando un efecto en cadena y que terminó con el cierre de la mayoría de videoclubs, siendo en 2006 cuando Blockbuster echó el cierre en todas sus tiendas en España y cuatro años después declarándose en quiebra.

A día de hoy, tan sólo queda abierta una tienda de esta compañía en la ciudad de Bend, en el estado de Oregon (Estados Unidos), en la que la supervivencia de este videoclub se debe a que es una ciudad de paso para muchos turistas que hacen escala en la ciudad y, además, como bien sabemos, las regiones en América son muy extensas y en esta ocasión, eso favorece a este comercio pues hay muchos pueblos aledaños a Bend que no tienen acceso a internet de alta velocidad, impidiendo que sus ciudadanos puedan disfrutar de plataformas de contenidos de Streaming.


Hoy en día, estas plataformas vienen a dar un servicio muy parecido al que daban en su día los videoclubs: pagar una cuota mensual a cambio de tener acceso ilimitado a todo su contenido: cine y series. Por supuesto, hablamos de plataformas completamente legales como Netflix, HBO, Amazon Prime, Movistar+…


Los tiempos cambian y la sociedad cambia con ellos, nada podemos hacer para evitarlo, sólo adaptarnos. Espero que los pocos videoclubs que quedan en pié sean capaces de aguantar este último asalto, de nosotr@s depende.
 
Espero que os haya gustado este artículo.

Un abrazo Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito

sábado, 5 de octubre de 2019

Joker

Whola Lawrenian@s!!!

Hoy es un gran día para hablar de cine con mayúsculas y, sobre todo, para hacer justicia con respecto a muchas tonterías que se han dicho en torno a esta película por personas más preocupadas por hacerse los resabidill@s en esto del séptimo arte que por argumentar sus opiniones en verdaderos debates. Pero claro, para debatir hay que estar preparado con argumentos sólidos para convencer a la otra persona y, a su vez, hay que estar abierto a que quizás no siempre tengamos la razón, ser humildes y dejar que nos convenzan siempre y cuando los argumentos tengan el peso suficiente para convencernos.


Perdonad que empiece este artículo de manera tan hardcore pero es que hay muchos "expertos" en esto del cine que llevan meses dándonos la turra por redes sociales con el privilegio de que ellos ya habían visto la película con pase de prensa y claro, ¿cómo le rebates a esta gente las tonterías que dicen si tu aún no has visto la película? Pues hoy vamos a ponerle remedio a eso ya que, por fin, se ha estrenado el Joker y podemos hablar largo y tendido sobre ella.

No me andaré con rodeos: Joker es una muy buena película pero no es una obra maestra porque tanto su mayor acierto como su peor defecto es su protagonista, Joaquin Phoenix, que está tan desorbitadamente sobervio que eclipsa todo lo demás que pasa en la película haciendo que no te importen los actores secundarios ni las posibles tramas secundarias que podrían haber habido pero el director, Todd Phillips (que es muy listo) sabe que el éxito de la película radica en la magnífica actuación de Phoenix y niega al espectador el desarrollo de otros personajes principales/secundarios y tramas porque sabe que se le hundiría la película.


Como digo, toda la película gira alrededor de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un adulto cuyo único objetivo en la vida es hacer reir a los demás pero, por desgracia, Arthur es invisible para los demás... ¿Recordáis eso de "hay quien nace con estrella y quien nace estrellado"? Pues Gotham es la peor ciudad para nacer "a secas", una ciudad podrida por dentro junto a sus habitantes que parecen incapaces de empatizar con Arthur debido a sus peculiaridades como, por ejemplo, que sufre un desorden psicológico que hace que se ría de manera descontrolada cuando emocionalmente siente tristeza o miedo, algo que, como veremos en la cinta, le provoca más de un problema serio.


Sin embargo, Arthur no dejará de perseguir su sueño de hacer reir a la gente y vemos como se repone ante la adversidad en varias ocasiones pero con cada zancadilla que la sociedad le pone, Arthur va perdiendo poco a poco la percepción de la realidad para crear la suya propia como si de un espejismo se tratase. Es esa su vía de escape para salir de una vida miserable en la que poco a poco esa sociedad le va ahogando, le va arrinconando contra las cuerdas mientras le recuerdan que no es nadie, que no tiene talento alguno, robándole cada momento de protagonismo y anulando su persona hasta que, por fin, siendo invisible, golpea a la sociedad de tal manera que se convierte en leyenda.


Como decía John Doe (Kevin Spacy) en Seven (David Fincher): "Si quieres que la gente te escuche, no puedes limitarte a darles una palmadita en el hombro, hay que usar un mazo de hierro". Eso es algo que Arthur descubre, que los habitantes de Gotham están dormidos y va a despertarles pero no con fines políticos ni por montar una revolución contra los poderosos que oprimen al pueblo.... No, todo eso a él le da igual ya que sólo busca ser visto, no ser invisible para los demás. Un mensaje un poco egoista pero muy humano, y es a su vez un mensaje que no todo el mundo ha entendido porque hay quien cree que Arthur es un héroe que lucha por las clases trabajadoras y más desfavorecidas, animándoles a salir a las calles para recuperar sus derechos. Nada más lejos de la realidad. Repito, a Arthur le da exactamente igual la sociedad, a él lo que le preocupa es que la sociedad no se está fijando en él y es eso lo que quiere cambiar, quiere ser reconocido y aceptado como se ve en esa realidad paralela en la que hace de público en el show de De Niro y pasa de ser uno más en la grada a que el público se ría de él y, finalmente, que el público lo ovacione bajo el respaldo del presentador, convirtiéndose en el protagonista del show. 


Ese este uno de los mayores aciertos de la película, el dibujar un villano completamente humanizado con el que el espectador puede empatizar, algo que no pasaba con el Joker de Jack Nicholson que era excesivamente histriónico o el de Heath Ledger, un Joker que quería ver el mundo arder. Y si podemos empatizar con Arthur es por la increible interpretación de Joaquin Phoenix que hace un trabajo actoral espectacular tanto físicamente con esa extremada delgadez que en algunos momentos cuando está dando de sí los zapatos resulta mostruosa como con su  maestría con la gesticulación, dominando cada músculo de su rostro en un ejercicio de brillantez abosluta que recuerda a la de un mimo. Desde el arranque de la película con esa escena de Arthur pintándose la cara blanca de payaso para ir a trabajar, en una escena que podría ser perfectamente muda, nos recuerda a los grandes actores del cine mudo con Chaplin o Buster Keaton, con esos rostros pétreos pintados de blanco pero con unas miradas cargadas de tristeza que te destrozan por dentro.


La intensidad con la que Joaquin Phoenix dota a su personaje es increible, con una expresividad corporal y unas miradas que es una escuela de cine, el cómo contar algo sin necesidad de palabras, tan solo miradas. Eso es cine con mayúsculas.


Los actores secundarios como Robert de Niro, Zazie Beetz, Brett Cullen o Frances Conroy están bien pero tampoco aportan valor alguno a la cinta, cumplen su cometido pero en ningún momento tienen arco de desarrollo ni hay aportan nada a la trama, es decir, su función es simplemete que Arthur brille y este lo consigue.  Miento, hay una escena en un baño con una conversación entre Arthur y Brett Cullen que es importante por lo que le revela en esa conversación, creo que es el único secundario que en un momento en concreto ayuda a dirigir a Arthur en una dirección concreta. Salvando todas las distancias esto me recuerda a la película Sopa de Ganso en la que todo en esa película estaba colocado con el único objetivo de que Groucho Marx brillara, era la estrella y su director, Leo McCarey, sabía que él era quien se llevaría el gato a agua e hizo que toda la trama, diálogos y actores girasen alrededor de Groucho para que éste rematara cada escena con brillantez.


Hay quien dice que esta película es muy violenta y bastante dura, no a nivel visual sino psicológico pero creo que no es así, es una película que muestra a la sociedad tal y como es, con sus luces y sus sombras. No hay nada de lo que nos cuentan en la cinta que nos impresione o nos impacte ya que, por desgracia, la realidad supera a la ficción. Vivimos en una sociedad impasible ante los dramaticos acontecimientos que suceden cada día: casos de pederastia, violencia de género, parricidio, guerras, hambruna, corrupción, clasismo social, cambio climático... y nos da igual mientras no nos toque de cerca porque no tenemos conciencia social, no pensamos en el NOSOTROS, pensamos sólamente en YO, en sobrevivir un día más. Y de eso trata Joker, de una sociedad podrida que aplasta a personas como Arthur que son carne de cañón.


Esto lo hace genial la película, el ponernos un espejo delante en el que los espectadores nos miremos como sociedad y nos muestra nuestras vergüenzas. Sin embargo, la película no consigue en ningún momento removernos por dentro con todas las cosas dantescas que a Arthur le pasan, nos impacta su reacción, cómo le afecta lo que sucede pero no el suceso en sí, ni cuando vemos las palizas que le dan a Arthur, ni cuando descubrimos su pasado con esa terrible infancia ni cuando comete diversos asesinatos y eso es un fallo enorme de guión y de dirección. Para que entendáis a lo que me refiero, cuando vemos Senderos de Gloria de Kubrick, es imposible no acabar destrozado por esa película que pasa por el espectador como una apisonadora o, por ejemplo En el nombre del padre. A eso me refiero, a que son películas que te hablan de injusticias horribles que remueven al espectador por dentro y te incomodan, tanto por el guión, por cómo nos lo muestra el director en pantalla como por el trabajo de los actores. ¿Recordáis en La milla verde la escena de la silla eléctrica con la esponja seca? A eso me refiero, al sadismo que hay por parte de las personas que ejercen el poder, cualquier tipo de poder.


Creo que también puede ser que la película llega tarde con ciertos mensajes. Me explico. Hace unos años seguramente todos los sucesos que marcan la vida de Arthur de manera negativa podrían haber sorprendido al público que estaría menos contaminado de la realidad pero hoy en día dudo de que a alguien le impacten todas esas cosas si por ejemplo ha visto una serie como Minthunter que precisamente demuestra cómo muchos de los asesinos en serie de la historia de América empiezan a crearse en su infancia por la falta de cariño de sus padres, que viven en familias desestructuradas bajo humillaciones constantes, violencia, abusos... Y es una serie que consigue con una sensillez pasmosa mostrarte el rostro del mal, removiéndote por dentro en muchos momentos.


Todo lo que te impacta e incomoda en esta película es gracias a Joaquin Phoenix, por eso (entre otras cosas) este actor merece el Oscar, porque se echa la película a las espaldas y la pone a un nivel de obra maestra pero falla todo lo demás que he explicado, por eso para mí es una película de un 8,5 o un 9, una grandísima película pero no es una obra maestra.


La fotografía es uno de los grandes aciertos de esta cinta consiguiendo hacernos vibrar con cada fotograma de película, mostrando la decadencia de esa ciudad que en muchos momentos me ha recordado a las ciudades que muestra David Fincher en películas como Zodiac, El club de la lucha o Seven. La música, por su parte, suma enteros a la actuación de Joaquin Phoenix para hacer que la evolución de Arthur hacia la locura sea una experiencia mucho más inmersiva para el espectador. Con notas de que van desde la comedia, la alegría, el drama, el puro clown... hasta el terror en esa escena en casa de su vecina que da mucho miedito...


Con respecto a todo el tema referente a la cultura de Batman que tanta polémica han creado sobre si esta es realmente una película de super héroes y demás, yo lo tengo muy claro: esta no es una película de super héroes y si alguien se empeña en meterla en ese género, demostrará su poco conocimiento del género porque lo único que Joker (la película) tiene de super héroes es que es un personaje de cómic y, a futuro, es el super villano contra el que tendrá que verse las caras Batman. Pero lo dicho, si esta película es de super héroes, también lo son Robocop, Camino a la Perdición, V de Vendetta (en esta sí que se buscaba provocar una revolución).

Tras ver la película, sigo creyendo que el llamarla Joker ha sido una decisión por puro marketing ya que todo lo referente a Batman no tiene peso en la trama en sí, les cambias los nombres a la ciudad, al que se presenta a alcalde y a su hijo y la película funcionaría exactamente igual.


Poco más puedo añadir sobre esta película, que tenéis que verla en cine SI o SI, que Joaquin Phoenix está increible y se merece el Oscar, que es la mejor película del año (no creo haya sido muy complicado tampoco) pero está lejos de ser una obra maestra y mucho menos ser la tercera mejor película de la historia como se ha publicado recientemente en el top (ranking) de Filmaffinity. En serio, creo que el Joker no es el único al que se le ha ido la olla...

Espero que os haya gustado esta crítica.

Un abrazo Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito

lunes, 30 de septiembre de 2019

Fotograma a Fotograma: Depredador (1987)

Whola Lawrenian@s!!!

Cuando en 1987 se estrenó esta película, rápidamente fue destrozada por la crítica especializada acusándola de ser “aburrida, espeluznante e insignificante”. Cierto es que la película no era novedosa en cuanto a trama pero estaba muy bien contada, con un ritmo trepidante y unas escenas de acción y diálogos que eran puro cine de acción de los 80. Gracias a que los efectos especiales son en su mayor parte prácticos, que el vestuario y las armas siguen siendo vigentes hoy en día, hacen posible que la película siga siendo hoy igual de disfrutable que en su estreno.

 

Dirigida por el sensacional John Mctiernan (Jungla de Cristal, La caza del Octubre Rojo, El último gran héroe…), este director consiguió aunar a una serie de actores con poco talento interpretativo pero que en esta cinta funcionan a las mil maravillas estando en su salsa, que no es otra cosa que una peli de tipos duros en medio de la selva. No había más pretensiones ni querían ser lo que no eran, sólo un entretenimiento cargado de acción y con unas buenas dosis de terror y de épica… y ese es su gran acierto: saber lo que es.



La primera escena que demuestra que esta película va de tipos duros es al principio en ese reencuentro entre el Mayor Dutch (Arnold Schwarzenegger) y su antiguo compañero, Dillon (Carl Weathers), con ese pulso entre ambos con los bíceps a punto de explotar hasta que Dillon se retira. En ese momento es cuando le cuentan a Dutch que necesitan su ayuda y la de sus hombres para rescatar de la selva a un Ministro y a los pilotos que han sido derribados. Con sólo un par de preguntas de Dutch, el espectador ya sabe que algo raro hay en esa misión y de que no le están contando toda la verdad sobre el asunto. Cuando Dillon insinúa que ellos son una especie de mercenarios “tú no tienes estilo Dutch, y lo sabes, ¿por qué no fuiste a Libia?”, Dutch le responde contundentemente: “Somos un equipo de rescate, no unos asesinos”. Las miradas cómplices entre el General y Dillon se terminan de explicar cuando más adelante veamos al comando de Dutch capturando con éxito el campamento rebelde, descubriendo que, lejos de querer rescatar a ningún ministro, Dillon busca la información que hay en el campamento y que ha utilizado su comando para conseguir sus fines, volviendo Dutch a recordarle: “mis hombres son demasiado valiosos y yo no hago esta clase de trabajos”. Toda la escena del ataque al campamento rebelde está filmado con maestría por Mctiernan, mostrándonos lo bien que se desenvuelven estos expertos soldados en medio del campo de batalla, con explosiones reales, siendo el espectador testigo de cómo el escenario vuela literalmente por los aires.



Antes de esta escena, nos han presentado a los miembros de ese comando en el helicóptero de camino a la selva, con un Jesse Ventura mascando tabaco y tocando las narices al personaje de Dillon mientras suena de fondo Long Tall Sally de Little Richard, ¿qué mejor manera hay para entrar en combate?



Pero claro, esa entrada en la selva a ritmo de rock&roll pronto dará lugar a una música de terror a manos del gran Alan Silvestri cuando, volviendo al punto de extracción tras el ataque al campamento, Billy (Sonny Landham) que es medio indio, empieza a sentir que hay algo en la selva que los está acechando, momento en el que Anna (Elpidia Carrillo) aprovecha para escaparse mientras uno de los miembros del comando, Hawkings (Shane Black) la persigue, siendo finalmente asesinado y destripado por ese misterioso cazador invisible que consigue atemorizar a todo el comando. En este punto llevamos cuarenta minutos de película y aún no hemos visto la figura de esa temible amenaza, siendo este uno de los grandes aciertos de este título, el saber dosificar a la bestia, algo que ya ocurría en Tiburón y en Alien.




Todavía en este momento nuestros protagonistas siguen creyendo que pueden dar caza a esa misteriosa amenaza que no sólo ha matado a uno de los suyos, a Hawkings, sino que también despellejó vivos y destripó al comando de Hopper, un boina verde al que conocía Dutch y que ya en ese momento presagiaba de que allí ocurría algo más peligroso de lo que le habían contado.

 


Todo se precipita cuando Dutch ordena a sus hombres desplegarse para buscar el cuerpo de Hawkings y acabar con quien haya destripado a su hombre pero será este temible alienígena quien les de caza a ellos empezando por Cooper (Jesse Ventura), quien porta una espectacular ametralladora Gatling (a la que llama “La impaciente”) que ya habíamos disfrutado en el ataque al campamento pero de manera contenida. Al encontrar Mac (Billy Duke) el cuerpo de su amigo (Cooper) y ver por primera vez al Depredador, coge a la Impaciente y empieza arrasar con la selva por donde ha huido el alienígena mientras se unen todos los miembros del comando a ese tiroteo en una escena épica en la historia del cine de acción en la que literalmente destruyen la selva con todo el armamento que llevan durante casi un minuto. Cuando terminan, vemos a Mac en un estado de shock por la muerte de su amigo, lleno de rabia e impotencia mientras sigue con el dedo en el gatillo y la minigun sigue zumbando sin munición. Al acabar, no encuentran nada y empiezan a estar de verdad asustados al ser conscientes de la amenaza a la que se están enfrentando ya que, como bien dice Mac: “nada de este mundo pudo sobrevivir a esa distancia”.



Otro momento clave es cuando Anna les confiesa que ese monstruo sangra, dando lugar a la mítica frase de Dutch: “Si sangra, podemos matarlo”. Ya sabiendo que se enfrentan a un ser que los está cazando uno a uno y utiliza los árboles para moverse sin ser visto, creen que pueden cazarlo: ya conocen a su enemigo, o eso es lo que ellos creen... Empiezan en ese momento a construir trampas lo más artesanales que pueden, con medios naturales confiando en que el Depredador (Kevin Peter Hall) no pueda verlas, al más puro estilo Rambo en Acorralado (1982) cuando este es perseguido en el bosque por los agentes de policía. Cuando el Depredador es capturado por una de las trampas y consigue escapar, Dutch comprende que no pueden hacer nada contra él, ordenando a sus hombres huir al helicóptero pero Mac decide continuar con su venganza y Dillon, en un ataque de lealtad, decide ayudarlo, fracasando ambos.



El personaje de Billy, que durante toda la película ha mostrado su conexión con la selva, siendo el primero en entender que ahí había un ser que los iba a matar a todos y que no era un hombre, decide dejar de huir para enfrentarse con el Depredador, tirando su arma y ofreciendo su sangre a ese ser. No vemos cómo muere Billy, ya que no se muestra en pantalla pero, cuando oímos su desgarrador alarido, ya nos imaginamos perfectamente la escena en nuestra cabeza. Este es otro gran acierto de la película, no dárnoslo todo mascado, dejando cosas a la imaginación del espectador. Toda la escena de estos últimos 4 supervivientes cruzando un abismo por encima de un tronco recuerda a una escena similar de El Malvado Zaroff (1932) en la que los dos protagonistas huyen también de otro cazador (el Conde Zaroff) utilizando un tronco para pasar de la selva al pantano. 



Y llegamos al desenlace de la película cuando vemos al pobre Dutch huyendo totalmente desesperado del alienígena que no deja de perseguirle, arrastrándose por el barro para esconderse entre las raíces de un árbol, momento en el que tiene al Depredador de frente pero este no consigue verle gracias a que el barro de su cuerpo baja considerablemente su calor corporal, impidiendo que la visión termográfica del alíen lo detecte. Dutch aprovecha esto para un último asalto final en el que dar la vuelta al marcador, siendo él ahora quien cace al Depredador en un duelo final épico entre hombre y bestia en el que ya no valen las armas ni los camuflajes, al más puro estilo del hombre de las cavernas cuando tenían que cazar a un depredador para sobrevivir.




Tras varias secuelas y crossovers, ninguna ha conseguido superar la original, algo bueno tendrá entonces, ¿no?


Espero que os haya gustado este análisis cinéfilo.
Un abrazo Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito