Whola Lawrenian@s!!!
Cuando en 1987 se estrenó esta película, rápidamente fue
destrozada por la crítica especializada acusándola de ser “aburrida, espeluznante e insignificante”. Cierto es que la película no era novedosa en cuanto a trama
pero estaba muy bien contada, con un ritmo trepidante y unas escenas de acción
y diálogos que eran puro cine de acción de los 80. Gracias a que los efectos
especiales son en su mayor parte prácticos, que el vestuario y las armas siguen
siendo vigentes hoy en día, hacen posible que la película siga siendo hoy igual
de disfrutable que en su estreno.
Dirigida por el sensacional John Mctiernan (Jungla de
Cristal, La caza del Octubre Rojo, El último gran héroe…), este director
consiguió aunar a una serie de actores con poco talento interpretativo pero que
en esta cinta funcionan a las mil maravillas estando en su salsa, que no es
otra cosa que una peli de tipos duros en medio de la selva. No había más
pretensiones ni querían ser lo que no eran, sólo un entretenimiento cargado de
acción y con unas buenas dosis de terror y de épica… y ese es su gran acierto:
saber lo que es.
La primera escena que demuestra que esta película va de
tipos duros es al principio en ese reencuentro entre el Mayor Dutch (Arnold Schwarzenegger) y su antiguo compañero,
Dillon (Carl Weathers), con ese pulso entre ambos con los bíceps
a punto de explotar hasta que Dillon
se retira. En ese momento es cuando le cuentan a Dutch que necesitan su ayuda y la de sus hombres para rescatar de
la selva a un Ministro y a los pilotos que han sido derribados. Con sólo un par
de preguntas de Dutch, el espectador
ya sabe que algo raro hay en esa misión y de que no le están contando toda la
verdad sobre el asunto. Cuando Dillon
insinúa que ellos son una especie de mercenarios “tú no tienes estilo Dutch, y lo sabes, ¿por qué no fuiste a Libia?”,
Dutch le responde contundentemente:
“Somos un equipo de rescate, no unos
asesinos”. Las miradas cómplices entre el General y Dillon se
terminan de explicar cuando más adelante veamos al comando de Dutch capturando con éxito el
campamento rebelde, descubriendo que, lejos de querer rescatar a ningún ministro,
Dillon busca la información que hay en el campamento y que ha utilizado su
comando para conseguir sus fines, volviendo Dutch a recordarle: “mis hombres son demasiado valiosos y yo no
hago esta clase de trabajos”. Toda la escena del ataque al campamento
rebelde está filmado con maestría por Mctiernan,
mostrándonos lo bien que se desenvuelven estos expertos soldados en medio del
campo de batalla, con explosiones reales, siendo el espectador testigo de cómo
el escenario vuela literalmente por los aires.
Antes de esta escena, nos han presentado a los miembros
de ese comando en el helicóptero de camino a la selva, con un Jesse Ventura
mascando tabaco y tocando las narices al
personaje de Dillon mientras suena de fondo Long Tall Sally de Little
Richard, ¿qué mejor manera hay para entrar en combate?
Pero claro, esa entrada en la selva a ritmo de
rock&roll pronto dará lugar a una música de terror a manos del gran Alan Silvestri cuando, volviendo al
punto de extracción tras el ataque al campamento, Billy (Sonny Landham)
que es medio indio, empieza a sentir que hay algo en la selva que los está
acechando, momento en el que Anna
(Elpidia Carrillo) aprovecha para
escaparse mientras uno de los miembros del comando, Hawkings (Shane Black)
la persigue, siendo finalmente asesinado y destripado por ese misterioso
cazador invisible que consigue atemorizar a todo el comando. En este punto
llevamos cuarenta minutos de película y aún no hemos visto la figura de esa temible
amenaza, siendo este uno de los grandes aciertos de este título, el saber
dosificar a la bestia, algo que ya ocurría en Tiburón y en Alien.
Todavía en este momento nuestros protagonistas siguen
creyendo que pueden dar caza a esa misteriosa amenaza que no sólo ha matado a
uno de los suyos, a Hawkings, sino
que también despellejó vivos y destripó al comando de Hopper, un boina verde al que
conocía Dutch y que ya en ese
momento presagiaba de que allí ocurría algo más peligroso de lo que le habían
contado.
Todo se precipita cuando Dutch ordena a sus hombres desplegarse para buscar el cuerpo de Hawkings y acabar con quien haya
destripado a su hombre pero será este temible alienígena quien les de caza a
ellos empezando por Cooper (Jesse Ventura), quien porta una
espectacular ametralladora Gatling (a la que llama “La impaciente”) que ya habíamos disfrutado en el ataque al
campamento pero de manera contenida. Al encontrar Mac (Billy Duke) el
cuerpo de su amigo (Cooper) y ver
por primera vez al Depredador,
coge a la Impaciente y empieza arrasar con la selva por donde ha huido el
alienígena mientras se unen todos los miembros del comando a ese tiroteo en una
escena épica en la historia del cine de acción en la que literalmente destruyen
la selva con todo el armamento que llevan durante casi un minuto.
Cuando terminan, vemos a Mac en un
estado de shock por la muerte de su amigo, lleno de rabia e impotencia mientras
sigue con el dedo en el gatillo y la minigun sigue zumbando sin munición. Al
acabar, no encuentran nada y empiezan a estar de verdad asustados al ser
conscientes de la amenaza a la que se están enfrentando ya que, como bien dice Mac: “nada de este mundo pudo sobrevivir a esa distancia”.
Otro momento clave es cuando Anna les confiesa que ese monstruo sangra,
dando lugar a la mítica frase de Dutch:
“Si sangra, podemos matarlo”. Ya sabiendo
que se enfrentan a un ser que los está cazando uno a uno y utiliza los árboles
para moverse sin ser visto, creen que pueden cazarlo: ya conocen a su enemigo,
o eso es lo que ellos creen... Empiezan en ese momento a construir trampas lo
más artesanales que pueden, con medios naturales confiando en que el Depredador (Kevin Peter Hall) no pueda verlas, al más puro estilo Rambo en Acorralado (1982) cuando
este es perseguido en el bosque por los agentes de policía. Cuando el Depredador es capturado por una de las
trampas y consigue escapar, Dutch
comprende que no pueden hacer nada contra él, ordenando a sus hombres huir al
helicóptero pero Mac decide
continuar con su venganza y Dillon,
en un ataque de lealtad, decide ayudarlo, fracasando ambos.
El personaje de Billy,
que durante toda la película ha mostrado su conexión con la selva, siendo el
primero en entender que ahí había un ser que los iba a matar a todos y que no
era un hombre, decide dejar de huir para enfrentarse con el Depredador, tirando su arma y
ofreciendo su sangre a ese ser. No vemos cómo muere Billy, ya que no se muestra en pantalla
pero, cuando oímos su desgarrador alarido, ya nos imaginamos perfectamente la
escena en nuestra cabeza. Este es otro gran acierto de la película, no dárnoslo
todo mascado, dejando cosas a la imaginación del espectador. Toda la escena de
estos últimos 4 supervivientes cruzando un abismo por encima de un tronco
recuerda a una escena similar de El Malvado Zaroff (1932) en la que
los dos protagonistas huyen también de otro cazador (el Conde Zaroff) utilizando un tronco para pasar de la selva al
pantano.
Y llegamos al desenlace de la película cuando vemos al
pobre Dutch huyendo totalmente desesperado
del alienígena que no deja de perseguirle, arrastrándose por el barro para
esconderse entre las raíces de un árbol, momento en el que tiene al Depredador de frente pero este no
consigue verle gracias a que el barro de su cuerpo baja considerablemente su
calor corporal, impidiendo que la visión termográfica del alíen lo detecte. Dutch aprovecha esto para un último
asalto final en el que dar la vuelta al marcador, siendo él ahora quien cace al
Depredador en un duelo final épico
entre hombre y bestia en el que ya no valen las armas ni los camuflajes, al más
puro estilo del hombre de las cavernas cuando tenían que cazar a un depredador
para sobrevivir.
Tras varias secuelas y crossovers, ninguna ha conseguido
superar la original, algo bueno tendrá entonces, ¿no?
Espero que os haya gustado este análisis cinéfilo.
Un abrazo
Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito
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