lunes, 30 de septiembre de 2019

Fotograma a Fotograma: Depredador (1987)

Whola Lawrenian@s!!!

Cuando en 1987 se estrenó esta película, rápidamente fue destrozada por la crítica especializada acusándola de ser “aburrida, espeluznante e insignificante”. Cierto es que la película no era novedosa en cuanto a trama pero estaba muy bien contada, con un ritmo trepidante y unas escenas de acción y diálogos que eran puro cine de acción de los 80. Gracias a que los efectos especiales son en su mayor parte prácticos, que el vestuario y las armas siguen siendo vigentes hoy en día, hacen posible que la película siga siendo hoy igual de disfrutable que en su estreno.

 

Dirigida por el sensacional John Mctiernan (Jungla de Cristal, La caza del Octubre Rojo, El último gran héroe…), este director consiguió aunar a una serie de actores con poco talento interpretativo pero que en esta cinta funcionan a las mil maravillas estando en su salsa, que no es otra cosa que una peli de tipos duros en medio de la selva. No había más pretensiones ni querían ser lo que no eran, sólo un entretenimiento cargado de acción y con unas buenas dosis de terror y de épica… y ese es su gran acierto: saber lo que es.



La primera escena que demuestra que esta película va de tipos duros es al principio en ese reencuentro entre el Mayor Dutch (Arnold Schwarzenegger) y su antiguo compañero, Dillon (Carl Weathers), con ese pulso entre ambos con los bíceps a punto de explotar hasta que Dillon se retira. En ese momento es cuando le cuentan a Dutch que necesitan su ayuda y la de sus hombres para rescatar de la selva a un Ministro y a los pilotos que han sido derribados. Con sólo un par de preguntas de Dutch, el espectador ya sabe que algo raro hay en esa misión y de que no le están contando toda la verdad sobre el asunto. Cuando Dillon insinúa que ellos son una especie de mercenarios “tú no tienes estilo Dutch, y lo sabes, ¿por qué no fuiste a Libia?”, Dutch le responde contundentemente: “Somos un equipo de rescate, no unos asesinos”. Las miradas cómplices entre el General y Dillon se terminan de explicar cuando más adelante veamos al comando de Dutch capturando con éxito el campamento rebelde, descubriendo que, lejos de querer rescatar a ningún ministro, Dillon busca la información que hay en el campamento y que ha utilizado su comando para conseguir sus fines, volviendo Dutch a recordarle: “mis hombres son demasiado valiosos y yo no hago esta clase de trabajos”. Toda la escena del ataque al campamento rebelde está filmado con maestría por Mctiernan, mostrándonos lo bien que se desenvuelven estos expertos soldados en medio del campo de batalla, con explosiones reales, siendo el espectador testigo de cómo el escenario vuela literalmente por los aires.



Antes de esta escena, nos han presentado a los miembros de ese comando en el helicóptero de camino a la selva, con un Jesse Ventura mascando tabaco y tocando las narices al personaje de Dillon mientras suena de fondo Long Tall Sally de Little Richard, ¿qué mejor manera hay para entrar en combate?



Pero claro, esa entrada en la selva a ritmo de rock&roll pronto dará lugar a una música de terror a manos del gran Alan Silvestri cuando, volviendo al punto de extracción tras el ataque al campamento, Billy (Sonny Landham) que es medio indio, empieza a sentir que hay algo en la selva que los está acechando, momento en el que Anna (Elpidia Carrillo) aprovecha para escaparse mientras uno de los miembros del comando, Hawkings (Shane Black) la persigue, siendo finalmente asesinado y destripado por ese misterioso cazador invisible que consigue atemorizar a todo el comando. En este punto llevamos cuarenta minutos de película y aún no hemos visto la figura de esa temible amenaza, siendo este uno de los grandes aciertos de este título, el saber dosificar a la bestia, algo que ya ocurría en Tiburón y en Alien.




Todavía en este momento nuestros protagonistas siguen creyendo que pueden dar caza a esa misteriosa amenaza que no sólo ha matado a uno de los suyos, a Hawkings, sino que también despellejó vivos y destripó al comando de Hopper, un boina verde al que conocía Dutch y que ya en ese momento presagiaba de que allí ocurría algo más peligroso de lo que le habían contado.

 


Todo se precipita cuando Dutch ordena a sus hombres desplegarse para buscar el cuerpo de Hawkings y acabar con quien haya destripado a su hombre pero será este temible alienígena quien les de caza a ellos empezando por Cooper (Jesse Ventura), quien porta una espectacular ametralladora Gatling (a la que llama “La impaciente”) que ya habíamos disfrutado en el ataque al campamento pero de manera contenida. Al encontrar Mac (Billy Duke) el cuerpo de su amigo (Cooper) y ver por primera vez al Depredador, coge a la Impaciente y empieza arrasar con la selva por donde ha huido el alienígena mientras se unen todos los miembros del comando a ese tiroteo en una escena épica en la historia del cine de acción en la que literalmente destruyen la selva con todo el armamento que llevan durante casi un minuto. Cuando terminan, vemos a Mac en un estado de shock por la muerte de su amigo, lleno de rabia e impotencia mientras sigue con el dedo en el gatillo y la minigun sigue zumbando sin munición. Al acabar, no encuentran nada y empiezan a estar de verdad asustados al ser conscientes de la amenaza a la que se están enfrentando ya que, como bien dice Mac: “nada de este mundo pudo sobrevivir a esa distancia”.



Otro momento clave es cuando Anna les confiesa que ese monstruo sangra, dando lugar a la mítica frase de Dutch: “Si sangra, podemos matarlo”. Ya sabiendo que se enfrentan a un ser que los está cazando uno a uno y utiliza los árboles para moverse sin ser visto, creen que pueden cazarlo: ya conocen a su enemigo, o eso es lo que ellos creen... Empiezan en ese momento a construir trampas lo más artesanales que pueden, con medios naturales confiando en que el Depredador (Kevin Peter Hall) no pueda verlas, al más puro estilo Rambo en Acorralado (1982) cuando este es perseguido en el bosque por los agentes de policía. Cuando el Depredador es capturado por una de las trampas y consigue escapar, Dutch comprende que no pueden hacer nada contra él, ordenando a sus hombres huir al helicóptero pero Mac decide continuar con su venganza y Dillon, en un ataque de lealtad, decide ayudarlo, fracasando ambos.



El personaje de Billy, que durante toda la película ha mostrado su conexión con la selva, siendo el primero en entender que ahí había un ser que los iba a matar a todos y que no era un hombre, decide dejar de huir para enfrentarse con el Depredador, tirando su arma y ofreciendo su sangre a ese ser. No vemos cómo muere Billy, ya que no se muestra en pantalla pero, cuando oímos su desgarrador alarido, ya nos imaginamos perfectamente la escena en nuestra cabeza. Este es otro gran acierto de la película, no dárnoslo todo mascado, dejando cosas a la imaginación del espectador. Toda la escena de estos últimos 4 supervivientes cruzando un abismo por encima de un tronco recuerda a una escena similar de El Malvado Zaroff (1932) en la que los dos protagonistas huyen también de otro cazador (el Conde Zaroff) utilizando un tronco para pasar de la selva al pantano. 



Y llegamos al desenlace de la película cuando vemos al pobre Dutch huyendo totalmente desesperado del alienígena que no deja de perseguirle, arrastrándose por el barro para esconderse entre las raíces de un árbol, momento en el que tiene al Depredador de frente pero este no consigue verle gracias a que el barro de su cuerpo baja considerablemente su calor corporal, impidiendo que la visión termográfica del alíen lo detecte. Dutch aprovecha esto para un último asalto final en el que dar la vuelta al marcador, siendo él ahora quien cace al Depredador en un duelo final épico entre hombre y bestia en el que ya no valen las armas ni los camuflajes, al más puro estilo del hombre de las cavernas cuando tenían que cazar a un depredador para sobrevivir.




Tras varias secuelas y crossovers, ninguna ha conseguido superar la original, algo bueno tendrá entonces, ¿no?


Espero que os haya gustado este análisis cinéfilo.
Un abrazo Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito

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