sábado, 1 de junio de 2019

Rocketman


Whola Lawrenian@s!!!

Me hace muchísima ilusión hablar de la película Rocketman (dirigida por Dexter Fletcher) porque, a priori, parecía una cinta echa a “rebufo” del tremendo éxito que tuvo el año pasado Bohemian Rhapsody, como diciendo: vamos a aprovechar el tirón que hay ahora mismo con respecto a revivir de manera nostálgica la música del pop/rock que marcó a toda una generación en los 80 y de paso contamos algunas luces y sombras que hay detrás del mito. Esto me daba mucho miedo porque cuando hay mucha demanda de algo, suele pasar que dejamos a un lado la manera artesanal de hacer las cosas para hacerlas de manera industrial, de premiar la cantidad sobre la calidad. Pues bien, esto no pasa en Rocketman, no es una marca blanca de Bohemian Rhapsody, es la versión Premium para cinéfil@s que no buscan solamente un entretenimiento en el que la música y la nostalgia sean los vehículos que nos vendan el producto final, como para mí fue la película sobre Queen o, mejor dicho, sobre Freddie Mercury.

 


Sé que hay mucha gente que dice que ambas películas no se pueden comparar, que son dos cosas distintas y tienen razón, son productos muy distintos: Bohemian Rhapsody es un muy buen entretenimiento que toca la patata gracias a la increíble música de Queen (que sólo eso ya te vende lo que sea, como por ejemplo Los Inmortales) y Rocketman es una película con mayúsculas. Quizás por eso no queramos compararlas, porque igual nos damos cuenta de que hemos sido muy complacientes con la película de Queen, que repito, me parece una buena película, un buen entretenimiento y lo que hace Rami Malek es increíble porque se convierte en Freddie Mercury, pero que creo que se la ha endiosado por temas ajenos a lo que la propia película ofrece y me refiero al tema nostalgia y repertorio de Queen, lo cual creo que necesita estar respaldado o sustentado por algo más que ofrezca solidez a la película. En otras palabras, si a Bohemian Rhapsody la quitas la música de Queen, por momentos se hace muy cuesta arriba y eso en Rocketman no pasa porque tiene más elementos que sustentan la película.

 

Una vez dicho esto, hay que reconocer que Rocketman lo tenía muy difícil por varios motivos:
1º Las comparaciones son odiosas y más si la película con la que vas a compararla ha sido un éxito brutal en taquilla, en los Oscars (se llevó 4 estatuillas, nada menos) y encima está muy reciente (Bohemian Rhapsody). En la comparación Rocketman sale victoriosa.

 

2º Dar vida en la gran pantalla a un personaje como Elton John es muy complicado a nivel de conectar con el espectador, ya que es un personaje poliédrico al que la gente lo odia o lo ama precisamente por su forma de ser, su extravagancia, sus excesos, su orientación sexual… Sin embargo, algo que hace genial Taron Egerton es no pretender ser Elton John en ningún momento, no busca imitarlo porque eso hubiera sido un fracaso absoluto ya que sólo hay un Elton John. Lo que hace es adoptar la esencia de Elton John para que, a partir de ahí, construir el personaje desde su talento como actor, sin ser una copia ni una imitación. Hace el personaje suyo.

 

3º La música que sale en la película son versiones, es decir, no es la música original, son las mismas canciones pero cantadas por los actores, lo que suma un plus de dificultad. A parte, Rocketman es un musical, algo que complica mucho más la fórmula pues todos sabemos lo difícil que es conseguir que un musical no decaiga en ningún momento, siempre hay un par de números musicales que siempre te gustaría darle al mando para pasarlo deprisa. Aquí no pasa eso, con cada canción tu cuerpo vibra con la música, a veces por alegría, a veces por drama, a veces por rabia…

 
 
Tener a Elton John como productor me ponía los pelos de punta porque, seamos sinceros, nadie quiere mostrar sus miserias ante todo el mundo, o al menos, no mostrarlas de manera explícita y honesta como se hace en esta película en la que vemos sus excesos con las drogas, con el sexo, con el alcohol, con las compras… Siempre tiendes a dulcificarlo, a quitarle hierro al asunto como pasaba en Bohemian Rhapsody en la que chocaba que unas estrellas del rock como eran en su momento los miembros de Queen, pues a las 10 de la noche se recogieran a su casa. No me refiero a Freddie, sino al resto de la banda, que parece que los sábados se metían a las 10 en la cama para el día siguiente (el domingo) ir a misa… Perdona pero eso no era así y nadie se lo cree… entre vivir siempre en excesos (el caso de Freddie) y meterse en la cama a las 10 (lo que nos vendían de Brian May, Roger Taylor y John Deacon), hay un mundo y ahí quisieron ser políticamente correctos. Sin embargo, en Rocketman no tienen miedo a mostrar la vida de Elton John en todas sus etapas, algunas miserables por culpa de la durísima infancia que tuvo a consecuencia de sus padres, otras miserables porque el mismo se lo buscó, otras en las que los excesos casi se lo llevan por delante y otras en las que su talento y su magia encima del escenario consiguió deslumbrar al mundo.

 
 
El tema homosexualidad de Elton John está tratado de manera magistral y madura, siendo aceptado por el espectador con total normalidad, como debería de ser de una maldita vez, que tiene bemoles que vivamos en los tiempos que vivimos y aún haya trogloditas que echen espumarajos por la boca con este asunto. Como digo, lo trata con absoluta normalidad, incluso con humor en ciertos momentos en los que la relación de amistad entre Elton y Bernie Taupin (Jamie Bell), el letrista de las canciones de Elton, tiene que evolucionar y podría haber fallado estrepitosamente al llevarlo por otros derroteros y sin embargo aquí abrazan con total normalidad el asunto y sirve de puente para que su relación de amistad se convierta en una relación de entre hermanos, demostrando que cuando alguien te quiere de verdad te acepta con todas tus cosas, demostrando en esa “prueba de fuego” quién es de verdad tu amigo y quién está a tu lado para regalarte el oído a expensas de lo que pueda sacar de esa relación (los conocidos como chupópteros).

 

De todos estos puntos calientes que hacían peligrar esta película, Rocketman sale victoriosa de todos ellos y consigue que te lo pases magníficamente bien en la sala de cine durante las dos horas que dura la película, en un viaje por la vida de Reginald Kenneth, un niño que vive en una casa con sus padres en un ambiente completamente hostil hacia él, en una familia desestructurada en la que su madre, Sheila Eileen Dwight (Bryce Dallas Howard) es una persona egoísta que sólo piensa en ella y su padre, Stanley Dwight (Steven Mackintosh), quien desprecia a su hijo y le niega cualquier muestra de afecto. Tan sólo su abuela le muestra cariño, dándole alas para ser el mismo y le fomenta a formarse en la Royal Academy of Music de Londres en la que el pequeño Reginald consigue una beca para dar clases de piano.


Su talento como pianista crecía a la vez que el propio Reginald se hacía adulto y empezó a formar parte de bandas como teclista hasta que un día decidió probar suerte por solitario, convirtiéndose en quien quería ser: Elton John. Desde ese momento su carrera estuvo ligada para siempre con Bernie Taupin (Jamie Bell), la persona que escribía las letras de sus canciones a las que posteriormente Elton (Taron Egerton) ponía música, consiguiendo hacer mega hits que ya son hoy historia de la música, catapultando su carrera hacia el estrellato y, a su vez, a los infiernos de su propia persona en una espiral de excesos con la que intentaba compensar todas las carencias de amor, cariño y felicidad que siempre había buscado en su familia sin éxito. Todo ese viaje por su vida, por sus luces y sombras, está magistralmente representado durante toda la película gracias a la increíble fotografía de la cinta que hace que visualmente sea una auténtica maravilla y también gracias a la música que no está incorporada en la película para hacernos vivir nostalgia, sino que están incorporadas como vehículo para ayudar a que la historia evolucione y represente en todo momento a cada uno de sus protagonistas y también cómo se sienten anímicamente con respecto a lo que se representa con imágenes. Es como si la película fuera un coche en el que lo que vemos por los cristales (la imagen) y lo que oímos por la radio (la música) están en perfecta comunión para hacer que durante el viaje atravesemos diferentes escenarios, diferentes lugares, consiguiendo que el espectador disfrute de cada uno de los paisajes y nunca quiera bajarse de ese coche ya que es un viaje mágico.


Una de las pocas cosas que no me ha gustado de la película es la manera en la que en muchos momentos el propio Elton John decide quitarse toda responsabilidad de lo que le sucede en su vida para decir algo así como: Soy la consecuencia de mi entorno, si soy un capullo, vivo en excesos y estoy en el fango es por vuestra culpa… Esto es algo normal en el ser humano ya que nunca queremos pensar que nos equivocamos por nuestra culpa, sino que alguien nos ha empujado a equivocarnos como si fueran otras personas las que tienen las riendas de nuestra vida y fueran quienes nos van dirigiendo por el viaje de la vida, tomando las decisiones por nosotros. Evidentemente, cuando eres un niño y tu vida es una mierda porque tu familia no te quiere, no potencian tu talento ni te permiten expresarte libremente, entiendo que eres una marioneta de ese entorno ya que no tienes herramientas, mecanismos, para salir de esa vorágine de desprecio y hostilidad en la que vives, eres un niño! Pero cuando eres adulto y, además, una jodida estrella del rock… ¿Realmente no puedes tomar tus propias decisiones y vivir la vida como tu decidas? Parece que no y cada día que pasa tomas decisiones que lejos de ayudarte, te hunden más en la miseria y en la soledad como refugiarte en el alcohol, las drogas, dejarte manejar por chupópteros como tu amante/representante John Reid (Richard Madden, que hace otro papelón), no escuchar a las personas que siempre han estado a tu lado ayudándote y cuidándote de manera sincera como tu amigo y tu hermano, Bernie Taupin.


Esta es la parte que más me molesta de la película, la falta de autocrítica del propio Elton John durante todo el relato asumiendo que él es una consecuencia de la gente que le rodea. En caso de ser cierto, sería una consecuencia para lo bueno y lo malo, es decir, para acabar en excesos, intentos de suicidio, sentirse sólo en medio de una multitud pero también para ser el genio de la música que es. Si das un palo a tu entorno por tener tu lado oscuro (“es su culpa”) también debes darles las gracias por llegar a donde has llegado ¿o sólo eres responsable de lo bueno y lo malo ya es culpa de otro? Eso es muy cobarde. Lo bueno es que al final, hay una especie de perdón del propio Elton John que reconoce que el mayor problema que ha tenido es no haberse aceptado a sí mismo, abrazando su pasado y su presente en una escena maravillosa.


En resumen, Rocketman es una maravilla de película, que tenéis que verla SI o SI en los cines y que, aunque a muchos les pese, es mejor que Bohemian Rhapsody en todos los aspectos y quien no las quiera comparar será porque tenga miedo al resultado (honestamente lo digo). Y dicho esto, debo confesaros que no soy seguidor Elton John, lo digo para que no haya nadie que se lleve a engaño y piense que esta crítica está hecha por un fanboy de este músico ni mucho menos, pero la película es muy buena.

Espero que os haya gustado esta crítica y que me dejéis vuestros comentarios y sugerencias.

Un abrazo Lawrenian@s y, recordad, Nada está escrito.

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